jueves, 28 de julio de 2016

Expandir



"Tu me obligaste a sentirme bien en soledad"

Porque no hay compañía que reemplace la suya.

Su ausencia me  hace sentir como esas especies que habitan  los abismos oceánicos. Lugares donde todo es oscuridad, donde no hay vegetación, donde no existen hermosos peces de colores que alegren el entorno. 


"A bucear a una profundidad extraña"

Vivir cubierta por las lágrimas que conforman este océano.  Las que derraman mis ojos a diario desde que no le siento. Sin luz porque él no está para iluminar mi vida.

Instalada en esta soledad. Soledad aunque esté aquí, a mi lado, aunque esté al otro lado del teléfono.  Soledad aunque le hable. Soledad, porque me siento sola.


Soledad, donde todos los días amanecen con cielos encapotados, donde no sale nunca el sol. Aunque brille en el horizonte. Pero ese no es mi horizonte, por más que me siente frente a él, frente al mar y vea como la brillante espuma de las olas ,rompen en el malecón. Aunque el viento rompa en mi cara.



Soledad. Estar rodeada de gente, gente que me habla, pero no les veo. Solo escucho mi propia voz. Hablan conmigo, en un discurso sordo, en el que nadie escucha. Porque nadie entiende que no viva. Que su ausencia me haya convertido en una ermitaña sin ermita.

Pienso en él y mi soledad aumenta. No puede dejar de hacerlo, por más que me atormente este pesar. Me siento en esa cueva oscura y fría,  en medio de alguna agreste montaña, en la que ni las alimañas habitan.

Vacío, tristeza, desconsuelo.....soledad.

Lágrimas dulces, que aclaran más si cabe mis tristes ojos verdes. Lágrimas que esperan verle aparecer, esperan que me rescate de esta soledad en la que quedé instada.

¿Despertaré alguna vez de este letargo?.
Una parte de mi lo implora. 
Una parte de mi desea lo contrario.


"Hay otras formas de amar".

Hay otras ilusiones con las que disfrutar y compartir. Pero al  corazón le cuesta aceptarlo. Se resiste a dejarle ir, se resiste a no tenerle. Aunque en realidad nunca le haya tenido.

Salir, reír, vivir. 


Nadar hasta salir a la superficie. 

Mirar hacia el  cielo en busca de esa luz que las lágrimas me ocultan.

¿Conseguiré nadar, mantenerme a flote y llegar a la orilla?



Porque una vez en ella, todo será más fácil. Una vez allí,  lo haré.

Sonreiré al sol y....

EXPANDIRÉ ONDA, EXPANDIRÉ

SOMOS PURA ESENCIA DEL SENTIR MANOLERO

 
                                               



                                               

miércoles, 13 de julio de 2016

El estanque de nenúfares



Escuchar esta canción me transmite sosiego, tranquilidad, emoción. Siento un gran equilibrio. Quizá producido por el movimiento rápido y continuo de las Libélulas y su simbolismo. Dicen que estos insectos son portadores de la Buena Fortuna y la Autorrealización. Me gustan las Libélulas, y me gustan las azules. Son importantes para mí, de ahí el nombre del Blog.

Cierro los ojos y disfruto la canción, así la escucho siempre.

De esta forma me traslada a otros lugares, lugares que están llenos de paz, de calma. Son momentos de intimidad interior que me llevan a pasear por un jardín.


Un jardín lleno de luz, de color, de aromas, oigo el trino de los pájaros que en él se detienen. Un lugar cuidado con esmero, por unas manos sensibles que depositan, en cada uno de sus rincones, un trocito de su corazón.




Veo un estanque con nenúfares y peces, junto a ellos flota un amor, protegido por unas Libélulas de movimientos rápidos y controlados. Aunque son Libélulas rojas, porque allí nunca ha llegado una Libélula azul, aletean con el mismo  sentimiento de apoyo y protección.




Ahora pasan unas golondrinas, que se alejan cruzando las nubes a otro lugar en el  que anidar y que se llevan con ellas su amor, dejando allí, el del estanque junto al nenúfar.


Me siento en un banco de madera que me sale al encuentro. Es un espacio íntimo. Todo es verde a mi alrededor, verde y florido. En el banco no estoy sola, me acompaña una pequeña maceta y una regadera con un cuello muy largo, quizá sea su sitio habitual, quizá simplemente está allí olvidada por el jardinero, esperando su regreso. Me gusta, me hará compañía. 



Es una compañía inerte, no como la que acaba de aparecer ante mí. Ha salido de detrás de un seto. Me mira, lo miro. Se acerca tímido. No me conoce, me olisquea, creo que le he caído bien. Se sienta a mi lado y me observa. Me acompañará en el paseo.



Un rayo de sol llega hasta mi. Y pienso en el amor, representado por la luz que pasa por ojos de un puente romano, luz cambiante que acarició...", según el día, según la hora. Cambiante igual que los amores, que cambian con los años, con el uso. Porque el amor pasa por muchas fases, tantas como matices tienen los colores de la luz. Este jardín no tiene puente, o por lo menos yo no lo he descubierto, pero en mi imaginación ya se lo he puesto.


Pienso que el amor debe de ser puro, simple, sin grandes pretensiones. Como un “busto de arcilla de bella liberta con pendientes”, lejos de ser una esclavitud. No hace falta más para ser feliz, si la persona te hace feliz.


Hasta mí llegan “aromas de los orientes”, quizá sea por la decoración que acompaña este espacio, con sus faroles de piedra, con algún Guerrero Samurái que entre flores, custodia este lugar, quieto, observando cada movimiento de vida que gira a su alrededor, incluso la regadera del banco de madera, es de origen japonés.

No sé si es imaginación o la magia de este jardín, pero creo oír el sonido de notas en un arpa, aunque quizá sea el "trémula de rosas", al ser movidas por el aire de forma grácil. Incluso oigo una flauta, cuyas notas nacen de forma sutil, de unos labios que transmiten la dulzura del mazapán y de los anises. El ambiente que se crea a mí alrededor no puede ser más amable y acogedor, no puedo abandonarlo todavía.



Sigo  caminando. Ahora me encuentro un lugar donde hacer fuego, donde quemar los rastrojos, tal vez sea para realizar las “ofrendas a las Diosas Celestiales”. Votos y promesas que pidan nuevas ilusiones. La realización de los sueños.

No deja de enseñarme cosas.




Hay muchas especies de flores: verbenas, lirios, claveles, cosmos, lilos, aquilegias, dimorphotecas, cada una con su fragancia, creando un ambiente de fusión de aromas muy especial, algo que solo si estás aquí puedes apreciar.

Árboles, arbustos y los Bonsáis, decenas de ellos por doquier, más grandes, más pequeños, de diferentes especies. Algunos de ellos llegados desde el mismo pais del sol naciente.


Esas pequeñas obras de arte natural que son el alma y el corazón de este jardín. 




Y el estanque vuelve a aparecer ante mí. Con esos nenúfares, con ese amor que sigue ahí flotando, esperando la llegada de las Libélulas, que como cada año lo acompañaran en los meses estivales.

Creo que pronto anochecerá y la canción ya se acaba,  tengo que irme. Allí dejo a mi pequeño acompañante, mirándome, sin entender mi visita.

Solo me queda hacer una observación. He visto muchas especies de plantas y flores, rosas de muchos colores.


Pero hay una que no he visto. La Rosa de Alejandría, quizá no está ó quizá ha estado junto a una Libélula azul, pero con la misma discreción que llegó, vio y sintió, se marchó. 

Se marchó, hasta una próxima visita.

Gracias Gumer Velázquez por las fotografías de tu jardín, sin las cuales no hubiera podido llevar a cabo este Siroco. Gracias por dejarme entrar y pasear virtualmente por “Tu mundo”.
Amigo mío, de corazón, ha sido un verdadero placer.

SOMOS PURA ESENCIA DEL SENTIR MANOLERO