martes, 1 de noviembre de 2016

Ya no danzo



Así, como esa barca en alta mar, que recibe en su casco el golpe, el azote del viento. Que la hace zozobrar, que la hace sentir abatida e insegura. Así me siento yo cuando no te veo. Cuando te nombran. Y me siento así cuando oigo tu voz, cuando  estás cerca, por tu indiferencia, tu esquivez.

La sangre agitada  recorre mi cuerpo alterando mis órganos. La pasión golpetea mi corazón confundido, descontrolado ante la "yesca que es tu sola presencia".  Que me hace sentir morir de dolor y soledad cuando aparecen los fantasmas del pasado. Un pasado que todavía siento presente. Porque está ahí, porque nunca se ha ido.




"tiemblo de ira y de celos" ante esa imagen. Ante esa idea.  La de verte en otros brazos. Que los tuyos abracen otro cuerpo. Que tus besos bandoleros, duerman en otra piel. Pensando en esas hogueras que prendí, pero que yo no supe mantener. Quizá no te llegaste ni a dar cuenta que estaban prendidas por ti, para llamar tu atención. O quizá lo comprendiste siempre y jugaste a no querer saber.

Pero "ya no danzo loco al son de los tambores" , porque te perdí, porque siento que me robaron. Aunque nadie me pudo robar lo que nunca me perteneció. Ya no danzo al son de esos tambores que marcaban mi vida, en la que sólo tú eras el centro. El motor que  por un un tiempo,  movió mi día a día, para llevarme hasta ningún lugar.



"Que se desencajen las baldosas a mi paso, que se abran simas, que se desplomen las paredes, sobre mi que en tu regazo supliqué".  Que se abran los suelos, caiga el cielo sobre mi, por rebajarme ante ti. Por no saber decirme hasta aquí. Por implorar tu atención. Rogarte.  Por tardar tanto en darme cuenta que no era correspondido. Por querer ver señales donde nunca las hubo. Que ceguedad cubre los ojos cuando de amor se habla.

Nada es autentico, ni cierto, ni sincero, cuando la súplica es el camino.




Y ahora navego como la barca en el mar con el timón roto.
Hasta que me lleve ....¿Dónde? No lo se.
Pero, ¿Valió la pena? ¿Lo vale?
Dar amor, cuando se sabe que no se va a recuperar. Porque el amor que se da, si se pierde en ese mar de la frialdad, no se convierte en tesoros que podamos rescatar. Y mientras va recibiendo el azote del viento, va hundiéndose. Y cada golpe es un escalofrío que nos recorre por dentro. Hasta que llega al fondo y allí queda olvidado.




Y a pesar de todo esto. De la frialdad, de los golpes del viento, de los escalofríos, por amor, volvería a hacerlo. Volvería a darlo, volvería a intentarlo, una y mil veces. Por tu amor.


Pero hoy yo...

Ya no danzo al son de los tambores. De tus tambores...confundir, confiar, para golpear después, de confiar.  


SOMOS PURA ESENCIA DEL SENTIR MANOLERO