Movilización. Eso es lo que ocurre cuando
llega a los medios de comunicación, la noticia de un concierto de Manolo García.
Como reguero de pólvora corre por las redes sociales, sus fieles fans,
manoleras y manoleros, de pura raza, empiezan el ir y venir en sus comunicaciones.
¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Venís? ¡Vamos!...
Y empiezan los nervios. Algunos podrán verlo
en su ciudad, eso es la mayor de las alegrías, tener esa posibilidad, ahí,
cerca de ti. Pero, ¿Y cuándo no es así? ¿ Y cuándo la locura manolera te hace
recorrer kilómetros en su busca?, incluso habiéndolo visto en tu localidad y no
tener suficiente. Necesitar volver a
verlo.
Ahí es cuando empieza el baile, y lo haces
decidiendo que puedes, por fecha, por proximidad, por el motivo que sea. Porque
querer, quieres desde el momento que supiste de ese concierto. Seguramente ese viaje lo compartirás con más
manolero/as que también han decidido
liarse la manta a la cabeza sin importarles nada, solo esa cita. Esos desplazamientos, llevan consigo, hoteles,
trenes, aviones, gastos añadidos. Nada será impedimento para ir a verle. Todo se
convertirá en sencillo. No habrá
problema alguno.
Las entradas a la venta.
Te sientas en el ordenador, expectante, aguardando que abran el enlace, siempre con retraso. Pero ya, ya lo ves. Empiezas la gestión, rellenar espacios en blanco, datos. Que no haya un número mal anotado. Unos segundos y conformidad. Y ahí aparecen las palabras mágicas, 'Compra realizada' , 'Imprimir entradas'.
En ese momento es cuando una lágrima brota por el ojo, es tanta la emoción puesta en cada concierto.
Escuchas el sonido de la impresora, poco a poco va apareciendo su imagen plasmada en ese folio que abrirá la puerta a ese futuro día. Ya está sobre la mesa.
O cuando la compra la realizas en un comercio. Llegas a la puerta, hasta piensas que quizá seas el primero. Pides tu entrada, la pagas, ya, ya es tuya, sientes una sonrisa interior que se exterioriza.
Ahora sí, ahora ya vamos al concierto.
Te sientas en el ordenador, expectante, aguardando que abran el enlace, siempre con retraso. Pero ya, ya lo ves. Empiezas la gestión, rellenar espacios en blanco, datos. Que no haya un número mal anotado. Unos segundos y conformidad. Y ahí aparecen las palabras mágicas, 'Compra realizada' , 'Imprimir entradas'.
En ese momento es cuando una lágrima brota por el ojo, es tanta la emoción puesta en cada concierto.
Escuchas el sonido de la impresora, poco a poco va apareciendo su imagen plasmada en ese folio que abrirá la puerta a ese futuro día. Ya está sobre la mesa.
O cuando la compra la realizas en un comercio. Llegas a la puerta, hasta piensas que quizá seas el primero. Pides tu entrada, la pagas, ya, ya es tuya, sientes una sonrisa interior que se exterioriza.
Ahora sí, ahora ya vamos al concierto.
Lo/as manolero/as, somos una raza a parte,
compramos la entrada hasta ocho, nueve meses de antelación. Casi aguardando ese
concierto como un hijo, un hijo esperado y deseado. Y mientras dura la espera,
todo es ilusión. La entrada bien guardada, al principio la miramos a diario, o
casi a diario. Vivimos con entusiasmo muchos meses antes esa anhelada cita. De
alguna forma, mientras llega el día estamos saboreando ese concierto,
imaginando como será.
¿Con que canción comenzará...?
Cada día, un día menos, descontando en el
calendario, pero parece que le van creciendo hojas y no avanzamos en la fecha,
no llega nunca. Para hacerlo más
llevadero, música y más música. Fotos,
experiencias de otros manoleros, en redes sociales, a quienes las hojas del
calendario han caído más rápido. Y cada
publicación, es un vuelco del corazón pensando en nuestro día.
Un mes, por fin en un mes. Tal día como hoy
en un mes, estaré ahí, estaremos allí. Y
ya el tiempo de descuento, las decenas van teniendo valores menores. Hasta que
de repente te das cuenta, que ya solo son unidades. ...nueve, ocho, siete, una
semana. ¡Y qué semana!. En esa semana, ya
no se duerme, solo se sueña despierto con ese ansiado día C.
Abrir
los ojos esa mañana y "sabremos que ha llegado el momento, y no hará
falta que sea voceado".
Hay que empezar la jornada. Pero, ¿cómo mantenerse tranquilo un día así?. Después de tantos meses, estamos a unas horas de la anhelada cita. Tomar el medio de transporte que nos lleve al lugar, a esa plaza de toros, ese auditorio. Saber que al llegar, encontrarás a tus manoleros y manoleras, amigos con los que compartes horas de pasión a diario. Hoy los veras, vibrarás con ellos, reirás, te emocionarás.
Hay que empezar la jornada. Pero, ¿cómo mantenerse tranquilo un día así?. Después de tantos meses, estamos a unas horas de la anhelada cita. Tomar el medio de transporte que nos lleve al lugar, a esa plaza de toros, ese auditorio. Saber que al llegar, encontrarás a tus manoleros y manoleras, amigos con los que compartes horas de pasión a diario. Hoy los veras, vibrarás con ellos, reirás, te emocionarás.
La cola, una hora, dos, cuatro, quizá incluso más, pero no importará.Todo habrá valido la pena. Y si en esa espera, Él, con esa sencillez, humanidad que le caracteriza, se acerca a saludar a sus manoleros fetenes, comparte unos minutos de su tiempo en una sencilla charla, tienes la opurtunidad de demostrarle tu admiración, decirle lo que sientes, que Él escuche tus palabras mientras te mira, mientras sientes como su mano coje la tuya y tu no puedes soltarsela. Entonces ese momento, esa cola, ese día, se quedará instalado en tu corazón cara siempre. Como me pasó a mi en el concierto de Valencia, en mi tierra, en esta gira, Todo es Ahora.
Todavía oigo su voz y siento su tacto en mi mano.
Y ya, ya estamos dentro. Ahora a seguir esperando, pero esta espera, es la mejor de todas, porque sabemos cómo hacerlo. Cantando sus canciones tan fuerte como podemos, para dejar salir esos nervios, para que incluso él, Manolo García, nos oiga desde su camerino. No desfallecemos, si hay que cantar todo el repertorio, se hace. Somos sus teloneros improvisados.
Hasta que faltan cinco minutos.
Todos al mismo compás y sin ensayo alguno, porque no lo necesitamos, empezamos a palmotear a ritmo de "Pájaros de barro"... El corazón palpita con más fuerza. Manolo!!!.....Manolo...!!!!, le llamamos.
Son los cinco minutos más largos de esa tarde.
Todos al mismo compás y sin ensayo alguno, porque no lo necesitamos, empezamos a palmotear a ritmo de "Pájaros de barro"... El corazón palpita con más fuerza. Manolo!!!.....Manolo...!!!!, le llamamos.
Son los cinco minutos más largos de esa tarde.
Y de repente, se apagan las luces, se paran las palmas. Ahora empieza una tímida
ovación, empezamos a buscarlo entre las sombras del escenario...
Van saliendo sus
músicos, todos conocidos por el público, pero... ¿ Y Manolo? ¿Dónde está ? No lo
vemos todavía. ¡Sí, ahí! ¡Ahí está! ya se
le distingue, se ve su figura, se le ve aparecer, con una pincelada de timidez, discrepción, como Él es.
Y esa tímida ovación, se convierte en el mayor clamor, expresión de alegría y excitación, porque así nos hace sentir.
Y esa tímida ovación, se convierte en el mayor clamor, expresión de alegría y excitación, porque así nos hace sentir.
Le queremos y
ha llegado la hora.
Y entonces,
es entonces cuando, se ilumina el escenario
y suena el primer acorde, de esa primera canción. Justo es ese momento,
se paraliza el mundo, ya no existe nada en nuestras vidas.
Sólo ese escenario y sobre él, Manolo García.
Sólo ese escenario y sobre él, Manolo García.
"Sabremos que ha llegado el momento.
No hará falta que sea voceado
por todas las esquinas. Será tan claro
como agua que nace para luego ser río Níger.
Amparados por la calma del crepúsculo,
justo desde el momento en que empecemos.
Justo como mandarinas y limones verdes." M.García
SOMOS PURA ESENCIA DEL SENTIR MANOLERO