miércoles, 5 de octubre de 2016

Sentir


Sentir, sentir, sentir, siempre. Sentir lo que percibimos.


Los ojos, ventanas, que nos muestran todo lo que nos rodea. La cara de un hijo al nacer, los colores del arcoiris tras una tormenta.

Escuchar una canción, o esa campana de la iglesia del pueblo de los veranos de nuestra niñez. La voz que resuena en nuestra mente y que en ocasiones, hace que nos giremos, queriendo encontrar a su dueño, aunque sepamos que ya no está.



Oler la fragancia que desprenden las flores que llenan nuestros jardines. El olor de esa casa, la de nuestros padres, nuestros abuelos. El olor que nos traslada a un momento que nos hace sentir un escalofrío.


Quien no retiene el sabor de esa comida que nadie como ella sabía hacer.  El flan de huevo de mi abuela, aun lo percibo. Ninguno como el de ella.

Tocar, tocar para sentir que existes, que estás aquí, que no son imaginaciones. Esa mano amiga que en ciertos momentos te toca y sabes que no estás solo. Ese tacto que de amistad, afecto, cariño, amor.

Y el sexto de los sentidos, la percepción, la intuición. Esas señales que nos llegan desde el interior, sin entender muy bien por donde, pero que nos alertan. Nos avisa de que hay que estar atento. Sentir lo que corre por centro de cada uno.


Y esa señal nos dice, que es "mejor sentir que pensar".


Y es cuando decidimos que hay que cruzar el puente. Aunque ese puente puede tener muchas formas. Puede ser un camino, un tren... puede tener forma de determinación, valentía, osadía.



"Y no creo que el destino ya esté escrito y por firmar". No, no debe estarlo. Podemos cambiar nuestra vida, no hay nada definitivo, nada es para siempre. Si algo no nos hace feliz, todo es cuestión de decidir si queremos cambiarlo. Si nos equivocamos una vez, aprenderemos para no errar en la siguiente oportunidad. Intentarlo hasta acertar.

Si hay que dejarlo todo atrás, hagámoslo. Quizá partir de cero, desnudo, sea la solución,  aligeremos el equipaje. Aprendamos a caminar solos.

Contemplemos el sol, ese sol que nos da calor, porque el calor reconforta y alimenta nuestra alma, nos ilumina y nos guía.  Absorbamos los rayos que desprende, dejemos que se filtren en nosotros, en forma de energía y vida.

"Caminar sin rumbo" hasta encontrar el lugar en el que al pararnos y mirar al sol, repararemos en que es nuestro sitio, sabremos que lo es.  Nos acogerá y la noche traerá con ella una luna que nos hará sentir, no estará rodeada de sombras ni oscuridad.

Dejémonos llevar por nuestro corazón, por nuestros impulsos.



Pensar, pensar es una rueda que gira y que en ocasiones nos aturde. Lo que está bien, lo que está mal, lo que debemos o no hacer.  Pero siempre pensando en quien. ¿Nosotros o en ellos?

Escuchemos lo que nos dicta nuestro interior y sintamos. Sentirlo, no pensarlo, no torturarnos en eso. Mientras que lo sentimos, lo vivimos, lo disfrutamos. No puede ser nunca un error dejarse llevar por nuestro sexto sentido. dejar que nos inunden las sensaciones que percibimos, que nos llegan, dejar a un lado, de vez en cuando la razón, seguir al corazón, vivir.



Y siempre sentir.

"Es mejor sentir que pensar, sentir es mejor"

PURA ESENCIA DEL SENTIR MANOLERO